una de las fotos del acto
Noticia del Diario Palentino del 22-04-2013
La Romería de Santo Toribio abre un año más "El Cristo" y la
ciudad a miles de personas
La Romería de Santo Toribio cumplió con todo lo que se espera de ella. Buen
tiempo, mucha gente, animación en las calles, diversión en familia y, por
supuesto, la Pedrea del pan y el quesillo.
El barrio del Cristo se abrió un año más
a los palentinos y visitantes foráneos -cada vez acuden más- y brindó un gran
día que se alargó hasta que el cuerpo aguantó pero que comenzó, al menos
oficialmente, a eso de las 11 de la mañana, hora a la que llegaron las
autoridades a la plaza del Otero, desde donde partió la comitiva que llevó al
patrono del barrio y copatrono de Palencia, Santo Toribio, hasta los pies del
icono más reconocido de la ciudad: el Cristo del Otero.
Es en esas horas cuando se ultiman los
últimos detalles. En las decenas de puestos que jalonan el Paseo del Otero, de
dulces, gafas, camisetas, colonias, ajos o pulseras, se empiezan a escuchar las
primeras voces: «Ven, prueba una almendrita» o «Mira qué cosas más buenas
tengo». Puro marketing urbano que obliga, inevitablemente, a parar cada pocos
pasos en la ascensión hasta el Campo del Otero. Allí, en su aparcamiento, no
estacionaron ayer los coches de los aficionados sino los feriantes que hicieron
las delicias de los más pequeños.
Una hora, quizá más si uno se para a
tomar una caña y un bocadillo en alguno de los puestos, se tarda en recorrer el
hipnótico camino. Casi el mismo tiempo que, arriba, en la ermita del Cristo del
Otero, duró la ceremonia religiosa oficiada por el obispo de la Diócesis,
Esteban Escudero.
«Esta fiesta llena de alegría y colorido,
en recuerdo de unos acontecimientos históricos del siglo V que, si
reflexionamos brevemente sobre ellos, quizás puedan ayudarnos a los hombres y
mujeres del siglo XXI a la hora de crear en la sociedad española un clima de
mayor tolerancia y convivencia ciudadana», inició el prelado su homilía, que
fue un tirón de orejas a los políticos por los acontecimiento de la última
semana.
«La discrepancia viene a la hora de
proponer soluciones a estos problemas. Hemos de permitir, a través del diálogo
sincero y respetuoso entre las distintas partes concernidas, la exposición
razonada de los distintos argumentos que avalan las diferentes propuestas. Sólo
una actitud ha de ser rechazada por todos: la del enfrentamiento intolerante y
agresivo, que arroja piedras dialécticas contra las posiciones del adversario,
con el peligro de una escalada que puede llevarnos a la confrontación
violenta», defendió.
Terminó, no obstante, su intervención
invitando a todos a que «el ejemplo de esta Romería, que sustituye las piedras
de entonces por el pan y quesillo de la fiesta de hoy, nos lleve a relaciones
sociales de verdad, de respeto, de mutuo perdón, de justicia social y de
convivencia pacífica entre los ciudadanos».
Repasada la cartilla, las autoridades se
dirigieron a cumplir con el momento grande de esta Romería de Santo Toribio: la
Pedrea del pan y el quesillo. «Cada año se demuestra que esta es una fiesta
magnífica a la que acuden muchos palentinos y es una de las fiestas más
importantes de la ciudad», señaló el alcalde palentino, Alfonso Polanco, antes
de asomarse al estrecho balcón verde desde donde se lanzan las bolsas. «El
Ayuntamiento trabaja ya en que el evento sea cada vez más conocido no sólo en
nuestra Comunidad, sino también en toda España, pues la presencia de público
demuestra que es una de las celebraciones más potentes de cuantas se celebran
en la ciudad», añadió el regidor.
Atendidos los medios de comunicación -se
echó en falta a alguno nacional que últimamente viaja mucho a la capital-, el
alcalde agarró las primeras bolsas con pan y queso y se las lanzó a los
asistentes que esperaban a sus pies.
Como todos los años,
cientos de personas se agolparon bajo el balcón de la caseta del cerro para
intentar cazar al vuelo alguna de las 4.000 bolsas que se lanzaron. Hubo quien
atrapó 25 y otros 25 que no atraparon ninguna pero, como siempre, no faltaron
los empujones, manotazos, saltos y estrujamientos típicos de esa peligrosa -al
menos desde fuera así lo parece- aventura.
Los gritos de «¡Fuera, fuera!» para
apartar a los fotógrafos y cámaras de televisión y reclamar a las autoridades
que lanzasen bolsas a los más escorados, y los «¡Viva Santo Toribio!»
acompañaron el lanzamiento de bolsas que duró más de media hora.
No hubo que destacar muchos percances,
Protección Civil sólo atendió a un hombre mayor que sufrió un desvanecimiento y
a una mujer por contusiones. Aunque puestos a destacar, mencionar el absurdo
comportamiento de algún individuo que reclamaba su trozo de pan y queso tirando
chinitas al balcón.
A eso de las dos de la tarde ya bajaba
todo el mundo por la serpenteante carretera que conduce a los pies de la obra
de Victorio Macho. El Grupo de Danzas del barrio del Cristo agradeció a las
autoridades su presencia en el barrio con sus bailes y la Banda Municipal de
Música entonó el Himno de Palencia.
La parada obligatoria
en la Peña Santo Toribio para ver si algún amigo o conocido invitaba a limonada
marcó el comienzo de la otra parte de la Fiesta de Santo Toribio, la del
alterne, las cañas, los caracoles, la panceta, el chorizo y la careta. La de
compartir una comida de hermandad, tomar un vino con los amigos y alargar el
vermú hasta que el cuerpo aguantó.
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