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lunes, 29 de julio de 2013

PALACIO EPISCOPAL DE PALENCIA




Noticia del Diario Palentino del 29-7-2013

UNA JOYA DESCONOCIDA

Entrar en la capilla del Palacio Episcopal de Palencia es como sumergirse en un ordenado y recogido maremágnum de arte, de belleza y religiosidad. De estilo neo-renacentista, fue decorada por el artista palentino de finales del XIX Mariano Lantada, formado en Roma, donde tiene alguna de sus obras y casi tan poco reconocido como su legado artístico. Produce tal impresión que deja al visitante perplejo, entre otras razones porque no espera encontrar una joya de tal magnitud en un edificio que ya por sí mismo constituye un museo de arte sacro sin parangón en Castilla y León.
Fue mandada construir por el obispo salmantino Enrique Almaraz y Santos con motivo de la consagración que el Papa León XIII hizo del género humano a Jesucristo a finales del siglo XIX y para sustituir la sencilla capilla que se encontraba en la planta baja del Palacio.
Fue decorada entre 1899 y 1901 por el pintor Mariano Lantada, también autor de las pinturas de la ermita de Nuestra Señora de la Piedad de Herrera de Pisuerga. Abundan los elementos platerescos, las lunetas y las columnas abalaustradas y destaca el uso del dorado o el rojo, proporcionando una especial luminosidad.
Paredes, presbiterio, bóveda, frontispicio... toda la capilla está decorada con espléndidas pinturas murales al óleo en las que están presentes las principales devociones de los palentinos de finales del siglo XIX. Entre ellas, destaca la transverberación de Santa Teresa de Jesús, de la que el obispo Enrique Almaraz era un gran devoto, que ocupa toda la parte central del presbiterio y que es una copia de la obra de Bernini. A la derecha, Lantada representó a San Antolín, patrono de la Diócesis, y a la izquierda a Santo Tomás de Aquino. Junto a estos santos, en los muros de la capilla encontramos pinturas de las órdenes religiosas con mayor presencia entonces en Palencia, como dominicos o franciscanos; también a la Santísima Trinidad o a la Virgen del Rosario.

En la bóveda se representan las Virtudes, los Cuatro Evangelistas, Dios Creador y ángeles con el rosario que muestrán la bóveda celeste. En los muros de las paredes se puede ver, además, pinturas sobre lienzo dedicadas a dos ciclos: la historia de Abrahán y los santos relacionados con la Diócesis palentina. No se conserva el altar original -que guardaba reliquias de San Antolín y Santa Inés- y sobre el que, en la bóveda, se encuentra un magnífico fresco de una escena del calvario de Jesús con la cruz de Cristo vacía.
De la existencia de esta capilla pocos tienen conocimiento ya que su apertura se reduce a algunas ocasiones excepcionales. Ha pasado tan desapercibida que no se ha organizado ningún tipo de celebración en su centenario, en el año 2000. Además de para el uso personal del obispo, se utiliza como lugar de rezo en los momentos previos a alguna reunión, para la ordenación sacerdotal y, muy ocasionalmente, acoge la celebración de la eucaristía.
Hasta tal punto es desconocida que no existía apenas documentación en torno a ella. No hace mucho, la Delegación de Patrimonio del Obispado -a cuyo frente está José Luis Calvo-, empezó a recopilar información sobre esta capilla de cuyo valor artístico ya era consciente y ahora pretende plasmarla en un folleto que sirva de guía para su visita y «para ponerla en valor».
La intención del Obispado es «en un futuro poder integrarla en el circuito de las visitas al Palacio», pero se encuentra con algunas dificultades. Una es la de las barreras arquitectónicas. La capilla está en la segunda planta del edificio y sólo se puede acceder a ella por unas amplias escaleras, por lo que habría que instalar un ascensor que diera acceso desde el patio del edificio. Además, en esa planta se encuentran la residencia y las oficinas del obispo, «por lo que las visitas deberían organizarse en grupos y con un guía que evitase perturbar la actividad normal del titular de la Diócesis».
autor. Pintor y escultor nacido a finales del siglo XIX en la localidad palentina de Lantadilla, Mariano Lantada fue discípulo de Federico de Madrazo. Su formación artística se forjó primero en Palencia y después en Roma, donde se cree que hay parte de su obra, y llegó a tener estudio propio en París. Perteneció a la corriente de los neo.
Entre sus creaciones más conocidas se encuentran los frescos y la decoración de la ermita de Nuestra Señora de la Piedad de Herrera de Pisuerga y la escultura de Nuestra Señora de la Soledad, en Carrión de los Condes que fue restaurada hace unos años.

Lantada fue un gran artista que «no ha sido reconocido y del que se sabe muy poco», asegura el responsable de Patrimonio de la Diócesis.

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